Y alguien puede pensar que con lo barato que es el tomate frito para qué molestarse en hacerlo. Pues muy sencillo, porque todo lo que venga de una planta de procesamiento industrial se ha hecho no para tu salud o para la nutrición de tu familia, sino para que los dueños de dicha planta ganen dinero. Es decir, por muy barato que sea el tomate frito preparado, a igual calidad siempre será mucho más barato y sano el que tú hagas. Eso sí, hay que ponerse a freír sin parar desde finales de agosto hasta que se acaben si queremos tener tomate frito hasta el año que viene y congelarlo o conservarlo en varios tamaños, ya que una vez descongelado o abierto el frasco sólo dura unos días en la nevera.
Me he tomado la molestia de leer los ingredientes de todos los tomates fritos del supermercado de mi calle y todos tienen ingredientes que el mío no lleva: almidón modificado de maíz (¿?), fibra, goma xantana (E-415) y goma guar (E-412), como estabilizantes. Los estabilizantes son aditivos responsables de dar y mantener una textura adecuada a la salsa, haciendo que ingredientes que no permanecen juntos normalmente se mezclen, hablando claro, echan tanta grasa y agua a la salsa que debería disgregarse pero al echar estos aditivos permanecen unidos. Otro ingrediente es fibra, qué fibra, digo yo? Es decir, echan fibra y almidón de maíz modificado para lo mismo: dar volumen a la salsa. Y ácido cítrico, esto es conservante para que dure muchísimo, porque si el tomate ya es ácido de por sí, para que añadirle más acidez? Así pasa que los botes caducan a los seis años!
Estás pagando a precio de salsa de tomate unos almidones, fibras y productos químicos (mucho más baratos que el tomate) que hacen que tenga consistencia de salsa de tomate.
Menos guarrerías y más tomate, señores. Si os he convencido, aquí va la receta:
1.500 gr. de tomate partido en trozos, pero no hace falta pelarlos ni nada porque luego los pasamos por el pasapurés.
3 cebollas hermosas peladas y cortadas.
Sal al gusto.
1 cucharada de azúcar para contrarestar la acidez
Aceite para freírlo.
Lo primero que hacemos es partir las cebollas y ponerlas a pochar a fuego medio en un dedo de aceite, con una pizca de sal, hasta que tomen un poco de color. No que se quemen pero tampoco transparentes.
Mientras tanto se va cortando el tomate y poniéndolo en un bol para no perder los jugos que suelta. Hay que quitar las partes pochas si las tuviera, pero no hace falta pelarlo ni quitar las semillas porque después lo pasamos por el pasapurés y no se va a notar.
Después de añadir el tomate, hay que remover de vez en cuando hasta que adquiera una consistencia menos líquida y hay que darle con el canto de la espumadera para que los tomates se deshagan. Primero a fuego más vivo y después de unos 15 minutos lo podemos bajar (yo lo pongo al 4 de 12) y lo dejamos que se consuma, al gusto, a mi me gusta espeso, así que lo dejo unos 30/45 minutos hasta que haya evaporado un tercio.
A mitad de cocción se echa la cucharada de azúcar y si os gusta el orégano o alguna otra hierba, este es el momento de añadirlo.
Cuando ya está listo lo paso por el pasapurés, nunca por la batidora, que se queda anaranjado y demasiado líquido.
Si vas a esterilizarlo recuerda que el tomate es un fruto y no requiere esterilización en olla express, en una cazuela normal hirviendo 30 minutos vale, pero si lo vas a congelar, déja que se enfríe antes de envasarlo. Fecha tus conservas para saber cual hay que consumir primero.
Opino lo mismo. Nada como el tomate frito en casa, y además no se tarda nada.
ReplyDeleteFirmado: Una amiga de este blog.